martes, 13 de marzo de 2018

LAS 8 PRIORIDADES QUE DAN EQUILIBRIO A TU VIDA


El orden es más importante de lo que a menudo creemos.
Todas las virtudes y valores humanos están interrelacionados. La virtud del orden es la coordinadora de todas las virtudes, la que consigue que mejoremos de una manera armónica y equilibrada; por eso para estrenar un año es bueno empezar con la mente clara, con orden.

Tengo un amigo que se quejaba mucho porque su esposa era tan ordenada para las cosas de la casa, todo en su sitio, limpio, ordenado y reluciente que él se sentía como aprisionado, incómodo por no poder actuar con espontaneidad.
Todos le comprendemos y somos conscientes de que el orden no es una manía  que nos cohíbe sino un valor que mejora las personas.
El orden empieza en la cabeza y, desde ahí, se transmite y se ejecuta en todos los aspectos de la vida. Ese orden mental consiste en una clara escala de valores, de prioridades.
La esposa citada de mi amigo olvidaba esas prioridades y ponía el frío orden material de las cosas por delante de la afabilidad.
Esa escala de valores va a establecer el orden de prioridades de los aspectos claves de nuestra vida y de cada día:
  1. La vida espiritual que es el mejor patrimonio que puedes dejar a tu familia y a la sociedad.
  2. El matrimonio, los hijos
  3. El trabajo
  4. Parientes
  5. Amigos
  6. Relaciones sociales
  7. Salud, descanso
  8. Cultura, formación
     
Para respetar ese orden mental es preciso tenerlo bien entendido y asimilado y un esfuerzo constante de la voluntad para respetarlo.
Todas las empresas e instituciones tienen un programa anual de objetivos que lleva asociado un presupuesto anual. Esos programas y presupuesto son los puntos de referencia para saber si está cumpliendo con las prioridades seleccionadas.
En el plano individual ocurre exactamente lo mismo, hay que señalarse unos objetivos personales, unas metas, planes, orden mental, y,…respetarlo.
Tanto las personas como las instituciones tienen inteligencia y libertad para cambiar el orden de sus prioridades pero deben hacerlo de manera razonada y no caprichosa.
Los que pertenecemos a la cultura latina tenemos mucho que aprender del sentido del orden y disciplina de las culturas nórdicas y los nórdicos deben incorporar de la cultura latina la capacidad de improvisar y adaptarse cuando surgen imprevistos, lo que es muy frecuente.
La primera consecuencia práctica y real de ese orden mental va a ser el horario de cada día, que estará marcado por las prioridades marcadas.
Tener un horario nos consigue un aprovechamiento del tiempo, nos permite sacarle más horas al día. Vivir con un horario no nos ata, al revés, nos abre las puertas a una gran variedad de actividades diversas.
De la misma manera, el orden material, que las cosas estén cada una en su sitio, nos da la tranquilidad de encontrar todo siempre, en lugar de como pasa a algunas personas, que tienen que dedicarse a  buscar algo que han perdido u olvidado, lo que genera insatisfacción, inseguridad y mal humor, además de pérdida de tiempo.
El orden hace habitable el hogar, que cada uno tenga su lugar en condiciones, permite la armonía en el funcionamiento de cada parte de la casa.
La primera expresión del orden es la limpieza de los ambientes, de los útiles, de la ropa; se expresa igualmente en la higiene personal, en el modo como nos presentamos ante los demás, en cómo cuidamos los ambientes que usamos. Un niño educado a no tirar papeles al suelo en su hogar, no los tirará en la calle pública.
Cuando alguien entra en un lugar limpio y ordenado tiende a respetar esa limpieza y orden pero si llegamos a un lugar sucio y desordenado no sentiremos ningún respeto por ese ambiente.
También el orden nos lleva a concentrarnos en lo que estamos haciendo, no pretendiendo hacer varias cosas al mismo tiempo, que, generalmente, es no terminar ninguna. Es mucho más eficiente terminar una cosa e iniciar la siguiente.
Con la virtud del orden nos respetamos a nosotros mismos y a los demás.

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