miércoles, 18 de abril de 2018

EL ACTO LIBRE



El artículo precedente explicaba que el acto voluntario o elemento volitivo es aquel que procede del sujeto, con conocimiento e intención del fin y sin coacción externa. La voluntad puede ser expresa o implícita. en diversos grados (actual, virtual o habitual) o interpretativa. La razón de moralidad del voluntario la da el fin último, pero únicamente a través de medios lícitos (el fin no justifica los medios).
La licitud del voluntario indirecto (aquel acto que da un efecto bueno y otro malo) se valora en función de que el efecto buscado debe ser siempre el bueno, el fin debe ser honesto, y el efecto malo debe tener justificación proporcionada. Para imputar un efecto malo en estos casos, este debe ser previsible, y traer posibilidad y obligación de impedirlo.
DEFINICIÓN DE ACTO LIBRE
Todo acto libre es voluntario, pero la búsqueda de la felicidad (véase este artículo) es el único acto voluntario no libre (todos los hombres la buscan por naturaleza).
La libertad es la facultad de obrar o no, y de hacerlo de un modo u otro.
Implica necesariamente la preferencia por obrar de un modo determinado (fin) y la inmunidad a los obstáculos que puedan impedirlo (medio).
DIVISIÓN DE LA LIBERTAD
1) Según naturaleza:
1.A. Libertad física o capacidad: es la posibilidad material de ejecutar una acción. Por ejemplo, la de una mano para asir un instrumento, que faltará en el caso de un manco. La compartimos con el resto de seres vivos. Su fin puede ser bueno o malo (es indiferente per se).
1.B. Libertad moral: la acción voluntaria del ser que no está limitada por ley o mandamiento. Por ejemplo, la de escoger entre comer carne o verdura. Solamente puede tener un fin bueno.
2) Según vínculo:
2.A. Libertad ab extrínseco o de coacción: aquella libre de un vínculo externo que la impide. Hasta que no sea desatado, un sujeto no puede tomar un instrumento con su mano.
2.B. Libertad ab intrínseco o de necesidad: aquella libre de un vínculo interno que la subyuga. No podrá escoger entre carne o verdura el católico en viernes de cuaresma por una ley eclesiástica, que le obliga a la abstinencia de carne.
LIBRE ALBEDRÍO
La libertad moral y ab intrínseco es la libertad propiamente interna, y se le denomina libertad psicológica o más popularmente libre albedrío. Tiene tres componentes:
1. Libertad de ejercicio: la de obrar o no obrar.
2. Libertad de especificación: la de hacer un bien u otro distinto.
3. Libertad de contrariedad: la de hacer un bien o un mal moral.
[Como ya se ha comentado, el ser siempre busca el Bien en sus actos, por tanto, la libertad de contrariedad consiste en el acto de sopesamiento de las consecuencias malas de los actos, o de la verdadera naturaleza bondadosa o maligna de los fines buscados.]
Por tanto, la esencia del libre albedrío es, precisamente, el dilucidamiento moral de los actos y sus fines en orden a lograr un bien.
La libertad es una potencia de la Voluntad. Pero su raíz es el entendimiento, que presenta a la voluntad los objetos con un juicio indiferente (porque ninguno de ellos es Bien absoluto o perfecto, salvo la felicidad beatífica, o sea Dios). Entre esos objetos, la voluntad elige aquellos que le parecen más apetecibles.
El entendimiento pertenece a la razón- propia del ser humano racional-, por lo que la raíz de la libertad está en la naturaleza humana.
EXISTENCIA DE LA LIBERTAD
Proposición:
El ser humano no goza de verdadera libertad, y todas sus acciones se hallan dirigidas o impedidas de forma externa (determinismo fatalista). O bien, el ser humano posee libre albedrío, pero el pecado original- el afán de ser Dios- lo ha dañado de forma irreparable (protestantismo y jansenismo).
Refutación:
Por la Sagrada Escritura: “El hizo al hombre en el principio y lo dejó librado a su propio albedrío. Si quieres, puedes observar los mandamientos y cumplir fielmente lo que le agrada. Él puso ante ti el fuego y el agua: hacia lo que quieras, extenderás tu mano. Ante los hombres están la vida y la muerte: a cada uno se le dará lo que prefiera”. (Eclesiástico 15, 14-17).
Por el Magisterio de la Iglesia: “si alguno dijere que el libre albedrío del hombre se perdió y extinguió después del pecado de Adán, o que es cosa de sólo título, o bien título sin cosa, invención, en fin, introducida por satanás en la Iglesia, sea anatema”. Definición dogmática del Concilio de Trento (Denzinger, 815).
Por la razón natural: La naturaleza humana tiende necesariamente al Bien perfectamente presentado; pero ante el Bien imperfectamente presentado, puede apetecerlo por sus aspectos atrayentes, o rechazarlo por sus defectos. Por tanto, la voluntad del hombre no es libre frente al Bien absoluto (perfecto), al que siempre tiende, pero sí lo es frente a los Bienes particulares (incompletos y parciales), que puede escoger o rechazar. La experiencia de cada persona le muestra que tiene la posibilidad de elegir en sus actos morales, ergo los bienes corrientes son imperfectos, y por tanto existe el libre albedrío.
[El mandato de la madre (no salir de casa pasada una hora de la noche), aunque sea para el bien superior de su hija (evita que sea asaltada o molestada), puede ser rechazado por esta por restringirle otros bienes apetecibles (reunirse con sus amigas, o acudir a una sala de fiestas de horario nocturno).]
Asimismo, como antes se ha señalado, la raíz de la libertad es el entendimiento, potencia de la razón humana.
ESENCIA DEL LIBRE ALBEDRÍO
La esencia de la libertad es que la voluntad humana pueda elegir. Para ello debe, en orden de menor a mayor plenitud:
1) Estar libre de coacción extrínseca.
2) Poseer libertad de ejercicio (capacidad de obrar o no)
3) Poseer libertad de especificación (posibilidad de elegir igualmente un objeto u otro).
4) Poseer libertad de contrariedad (entre el bien y el mal).
Coinciden los moralistas en que las dos primeras son indispensables, pero sin la libertad de especificación, la libertad resultante es muy pobre e incompleta. Cuando la voluntad puede escoger entre dos bienes aquel más apetecible (libertad de especificación), la libertad adquiere su plenitud natural.
En cambio, la libertad de contrariedad, esto es, la posibilidad de escoger el mal, no supone perfeccionamiento de la misma. Afirma Santo Tomás que lo propio del ser es obrar conforme a su naturaleza, siendo esta la verdadera libertad. La posibilidad de obrar contra la propia naturaleza por impulso ajeno, le conduce, por consiguiente, a la esclavitud.
La naturaleza del hombre está llamada a su plena unión con Dios, que es el Bien absoluto. Por tanto, contrariar su naturaleza genuina es cercenar su propia libertad. Escoger el mal (pecar) supone por tanto esclavizarse (Jn 8, 34). La posibilidad de escoger el mal implica en realidad una disminución de la libertad.
Dios, que es absolutamente bueno, es también absolutamente libre.
Resumen
Todo acto libre es voluntario. La libertad es la capacidad de obrar o no hacerlo, y de escoger una opción u otra.
Según su naturaleza puede ser física (la mera capacidad) o moral (la elección), y según el vínculo limitante, puede ser externa (libre de coacción) o interna (libre de mandato). A la libertad moral e interna se le llama libre albedrío.
El libre albedrío tiene tres componentes: la libertad de ejercicio (o capacidad), que es indispensable; la libertad de especificación (o elección entre dos bienes), que es la que da plenitud al libre albedrío; y la libertad de contrariedad (obrar el mal o el bien), específica del ser humano desde el pecado original, y que es la que puede hacernos esclavos del pecado.
La existencia de verdadero libre albedrío, y de su persistencia (aunque dañado) en la naturaleza del hombre tras la caída, es dogma de la Iglesia católica, presente en las Sagradas Escrituras y accesible por la razón natural.
Luis I. Amorós

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