lunes, 16 de abril de 2018

LA ASTROLOGÍA Y EL OCULTISMO FUERON CLAVES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL



“El día en que un horóscopo predijo la llegada de Hitler al poder”. Con estas palabras titula el diario español ABC un artículo en el que Manuel P. Villatoro cuenta cómo una «astróloga profesional» anunció en 1914 que un hombre nacido el mismo día que el Führer «daría el ímpetu definitivo al movimiento de liberación alemán». Lo reproducimos a continuación.
Son muchas las ciencias ocultas que, a día de hoy, se sabe que utilizaron los nazis en un intento de ganar la guerra y crear un nuevo orden mundial. Y es que Adolf Hitler era un fiel seguidor de prácticas tales como la parapsicología o las predicciones llevadas a cabo por personas que afirmaban estar en relación con el «otro» mundo. Sin embargo, y a pesar de su contacto con éstas prácticas, el Führer no pudo disimular su sorpresa cuando leyó un horóscopo realizado en 1914 por una «astróloga profesional» en el que, entre otras cosas, se afirmaba que un hombre nacido el mismo día y año que él sería el encargado de dar «el ímpetu definitivo al movimiento de liberación alemán».
Ésta historia, que el tiempo se ha olvidado bajo la alfombra durante años, es una de las docenas de relatos que el periodista Óscar Herradón cuenta en su nuevo libro, Los magos de la guerra (editado por «Libros Cúpula»), un extenso tratado que -según explica el propio autor a ABC- pretende desempolvar el importante papel que tuvieron la magia y la astrología en la lucha por la conquista del mundo durante la Segunda Guerra Mundial. El escritor español se ha acercado a la apasionante historia de aquellos nazis que, cubiertos por un aura de misterio y ocultismo, usaron todos los medios a su disposición (terrenales y sobrenaturales) para combatir contra sus enemigos. Por supuesto, el autor también se ha ocupado en su texto de la defensa paralela que hacían de estas artes ocultas los aliados.

UNA CURIOSA CARTA
Corría por entonces 1923, una época dura para Alemania ya que, tras haber sido derrotada en la Gran Guerra, se veía obligada a pagar con descontento las llamadas «reparaciones de guerra» a sus antiguos enemigos. En ese territorio germano hastiado fue donde germinó la semilla del Partido Nacional Socialista Alemán y la de su joven líder, Adolf Hitler, un antiguo soldado de apenas 34 años que, poco a poco, se iba abriendo paso hacia la cumbre de la política. No obstante, y a pesar de que empezaba a dejar su huella en la sociedad, el futuro Führer no era en aquellos días más que un desconocido cabecilla local con un futuro incierto, aunque prometedor.
Precisamente el 30 de septiembre de ese mismo año, el líder recibió una curiosa misiva de una de sus «fans». «Hitler recibió una carta de una de sus miles de admiradoras, de nombre María Heiden, quien se hacía eco de la publicación de un horóscopo que de él había realizado Frau Elsbeth Ebertín, quien pertenecía a una importante estirpe de astrólogos alemanes y que utilizaba innovadoras técnicas astrológicas que todavía hoy emplean los profesionales de los astros tanto en Europa como en Estados Unidos», señala Herradón en su nuevo libro.
Nacida en 1880 y experta en las ciencias ocultas, Ebertín era conocida por ser la primera astróloga profesional de Alemania y contaba con un extenso currículum -entre sus clientes, de hecho, se había encontrado el rey de Bulgaria-. Al ser famosa en todo el país, Hitler leyó atentamente el horóscopo que había redactado la mujer. Curiosamente, éste estaba fechado en 1914 (año en que el futuro dictador se hallaba dándose de tiros en las trincheras de media Europa en plena Primera Guerra Mundial) y se refería a un hombre nacido el 20 de abril de 1889 –el mismo día y año en que el joven Adolf había venido al mundo-.

LA INCREÍBLE PREDICCIÓN
La predicción comenzaba así: «Un combatiente nació el 20 de abril de 1889 y en su nacimiento el Sol se encontraba a 29 grados de Aries (…) Es posible que pronto contribuya al ímpetu que pondrá la piedra a rodar. De acuerdo con las constelaciones estelares, en definitiva, el hombre debe ser considerado con seriedad, y está destinado para el papel de un líder en futuros conflictos. Casi parece que, quien yo tengo en mente, fue escogido por el destino bajo esta fuerte influencia de Aries, para sacrificarse él mismo por el pueblo alemán y soportar todo con valentía y bravura (…), pero al menos dará el ímpetu a un movimiento de liberación alemán, que entonces irrumpirá de repente de una manera elemental».
Treinta años antes de la subida de Hitler al poder, Ebertín había dado en el clavo. Con todo, el horóscopo continuaba, aunque aderezado con algo de nacionalismo: «El pueblo alemán sólo podrá regresar a ser él mismo de nuevo en los campos políticos y religiosos mediante algunos líderes espirituales enviados por Dios, en especial por el grupo de individuos que creen en Dios y tienen una sensibilidad cosmológica, y quienes se encuentran por encima de los partidos políticos. (…) Una vez que el momento correcto en el tiempo llegue (…) entonces las estrellas, que ahora brillan en lugares ocultos, aparecerán como meteoros brillantes de gran belleza».
Según parece, la profecía agradó al joven Adolf Hitler, quien, a partir de ese momento, la usó como forma de propaganda afirmando que su destino estaba escrito en las estrellas. Realmente parecía estarlo, pues Ebertín –fuera por los astros o por pura suerte- acertó en el futuro que esperaba al líder del partido Nacional Socialista, quien se alzó con el poder de Alemania en 1933 e inició una de las guerras más sangrientas de la historia el 1 de septiembre de 1939 tras invadir Polonia.
«En la práctica, los nazis utilizaron las “profecías” que aventuraban un triunfo del Reich de los Mil Años y que hablaban en tono mesiánico del advenimiento de Hitler en su propio beneficio, como arma propagandística, y un departamento secreto comandado por Goebbels, el temible ministro de Propaganda nazi, llevó a cabo una reescritura de algunas Cuartetas de Nostradamus a través del astrólogo suizo Karl Ernst Krafft, que falleció precisamente en un campo de concentración nazi, el de Buchenwald. Todo esto lo cuento extensamente en la obra», afirma Herradón en declaraciones a ABC.

«LOS MAGOS DE LA GUERRA»
Los magos de la guerra es uno de los múltiples ensayos que Herradón ha llevado a cabo sobre la Segunda Guerra Mundial. En él, este periodista explica en primer lugar cómo utilizaron la magia los seguidores de Hitler en un intento de ganar la contienda. «La influencia del esoterismo y las ciencias ocultas en el Partido Nazi se remonta a sus propias bases, puesto que está demostrado que el ideario del NSDAP se basa, en no poca medida, en postulados de sociedades secretas nacionalistas –völkisch– que durante el periodo anterior a la Primera Guerra Mundial tenían gran influencia en ciertas zonas de Alemania y Austria. Organizaciones como la Orden de los Nuevos Templarios, en cuyas bases ya se clamaba por el exterminio de los judíos y, para estos exaltados, “otras razas inferiores”», explica el escritor en declaraciones a ABC.
Sin embargo, el mayor de todos estos grupos dedicados al esoterismo y la magia negra era la Sociedad Thule, la cual estaba comandada por el barón Rudolf Von Sebottendorff (quien, como señala el escritor en el libro, posteriormente financió a los grupos nazis que fueron surgiendo con el paso del tiempo). «Se sabe que a Thule pertenecieron personajes tan relevantes en los primeros años del nazismo como Dietrich Eckart, Karl Harrer y Rudolf Hess, más tarde mano derecha de Hitler en el Partido nazi, uno de los personajes más imbuidos por lo esotérico dentro del Tercer Reich junto a Heinrich Himmler, líder de las SS. De todos ellos hablo en la obra», completa Herradón a ABC.
Tampoco se libraron de esta guerra mágica los aliados, quienes, con los británicos al frente, protagonizaron todo tipo de extrañas prácticas para combatir al invasor alemán. «En el bando aliado hicieron lo propio y el llamado “Black Team” de Churchill, del que formaban parte personajes como el también astrólogo Louis de Wohl, utilizaron los horóscopos y las cartas astrales como un “arma” más en las operaciones clandestinas que llevaron a cabo los servicios de Inteligencia», finaliza el autor.

PERSONAJES PARA EL RECUERDO
A su vez, en Los magos de la guerra, el lector podrá hallar la historia de varios personajes determinantes en esta guerra ocultista. En el bando nazi, por ejemplo, destacó Erik Jan Hanussen. Conocido como «el profeta del Tercer Reich», este alemán ascendió rápidamente en el escalafón de Hitler –de hecho, se convirtió en uno de sus ocultistas y astrólogos de cabecera con el paso de los años- hasta que fue asesinado misteriosamente por sus propios acólitos.
Los aliados, por su parte, también tuvieron su propio espía amante de las artes ocultas. Éste fue Aleister Crowley, un personaje odiado en su país de origen pero que se convirtió en una pieza esencial de la guerra mágica británica. Tampoco fue desdeñable la aportación del ilusionista Jasper Maskelyne, un hombre que, según cuenta la leyenda, logró hacer desaparecer de la vista de los nazis el Canal de Suez y la ciudad de Alejandría con sus trucos para evitar el bombardeo enemigo.

TRES PREGUNTAS A ÓSCAR HERRADÓN
- ¿Cree, tras el estudio realizado, que fue útil el uso de las ciencias ocultas en la II Guerra Mundial?
- Es difícil asegurar hasta qué punto fue útil en el desarrollo de la guerra el uso de las fuerzas ocultas y la astrología, puesto que nos adentraríamos en un delicado terreno, muy complejo, sobre la realidad o no del «poder» de dichas disciplinas, en la que entran en juego numerosos factores e intereses enfrentados. De lo que no cabe duda es de que los servicios secretos de ambos bandos, tanto los aliados como los nazis, supieron hacer un efectivo uso de la llamada «lucha mágica» como una forma más de confundir al enemigo, de alentar a sus propias tropas, infundiendo moral con «falsas profecías».
La importancia por tanto de los horóscopos, las cartas astrales que se trazaron o los vaticinios –fueran o no fruto de una verdadera facultad supranatural, lo que cuesta creer–, fue decisiva en diversas operaciones clandestinas que tuvieron a los «magos de la guerra» como piezas imprescindibles de ese juego de contraespionaje y propaganda negra, camuflaje en el campo de batalla e incluso ceremonias rituales que, en muchos casos, eran temidas por la población.

- ¿Qué personaje tratado en este libro no podrá olvidar jamás?
- Es difícil que algún día pueda olvidar siquiera a alguno de los personajes que salpican cada página del libro, puesto que he dedicado muchísimas horas a conocer sus avatares, sus heroicidades –en algunos casos– y sus crímenes –en otros–. Por afinidad con su pasión por derrotar al nazismo me quedaría con el ilusionista inglés Jasper Maskelyne y por la singularidad de su vida y sus hazañas «mágicas» con Erik Jan Hanussen.
Pero sin duda alguna, al margen de Hitler, uno de los personajes que jamás podré olvidar es a Heinrich Himmler, al que defino como «el mago negro del Tercer Reich», líder de las SS, la Gestapo, toda la policía alemana, responsables de los campos de concentración, jefe de los Ejércitos del Vístula e incluso ministro del Interior del Reich. Sus atrocidades –él fue uno de los principales responsables del Holocausto y también de los terribles experimentos médicos en los campos de la muerte nazis– dejan una huella indeleble en la memoria de aquel que se acerca a su persona, un individuo contradictorio, enfermizo e iluminado que, sin embargo, se erigió en el burócrata más eficaz del complejo organigrama del Tercer Reich y por tanto en el más sanguinario de los hombres del Führer.
Fue, además, el nazi más entregado al misticismo y a una pasión por lo oculto rayana en la locura, llegándose a creer la reencarnación del emperador medieval Enrique «el Pajarero» y el responsable de crear una de las fuerzas militares más temibles de la historia humana, la Orden Negra, un ejército de hombres «arios» que sembró el terror en Europa. Es difícil olvidar su paso devastador por la Historia.

- ¿Ha encontrado alguna situación relacionada con el ocultismo, la astrología… que, a día de hoy, siga sin tener explicación?
- Existen numerosos episodios en relación a la llamada «guerra mágica» que siguen sin poder explicarse al cien por cien, primero, porque aquellas acciones se llevaron a cabo a través de espías y en departamentos secretos cuya principal función era, evidentemente, pasar desapercibidos y que sus operaciones no trascendieran, y, por otro, el hecho de que muchos de los informes que los servicios de Inteligencia de los países que estuvieron involucrados en la guerra todavía no han sido desclasificados. Hay que tener en cuenta que, poco después de la derrota del nazismo, el gran enemigo de los Estados Unidos, Inglaterra y las demás democracias fue la Unión Soviética. La Guerra Fría creó una barrera en la información que afectó también a los expedientes sobre los nazis.
El mismo vuelo de Rudolf Hess, episodio en el que tuvieron no poca influencia las creencias astrológicas del nazi y el hecho de que frecuentara círculos ocultistas –y que recojo ampliamente en el libro– continúa rodeado de claroscuros, aunque todo parece indicar que aquella fracasada misión fue un golpe maestro de la Inteligencia británica. No obstante, sí, quedan capítulos de la Segunda Guerra Mundial donde el misterio continúa siendo el elemento principal. Espero que algún día podamos desvelarlos completamente.
Secretaría RIES

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